domingo, 23 de diciembre de 2012

Recuérdeme el dolor.

La miraba sin descanso, repasaba su silueta cautiva de la sábana, giraba su cuello de fina piel, su aliento dulce que alimentaba mi alma, sus ojos tiernos, su maldito conjunto. Me deslizaba con ella por cualquier pasaje que algún día sobrevoló mi mente. Recuerdo que reíamos, llorábamos; sentíamos siempre intensos, sus caderas más anchas que mi alma, más estrechas que el universo me enloquecieron. Y acabaron por destrozarme. ¿Y de qué sirvió? Te fuiste con la mirada posada en el futuro, en romper otro corazón; pero sirvió para que hoy, cuando vuelva a intentar dibujar tu contorno en aquel testigo directo que fue el colchón, me arranques del alma una leve sonrisa. Sin duda lo que más me duele es tener que alimentar al pasado mientras el amor se muere de hambre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario