Cuando llegué ya te habías ido. En el cine había poca gente, pues la película era de un húngaro llamado Bela Tarr y la mayoría consideró que sería algo aburrido. Tú ya habías llegado a tu destino, a la nueva vida; esto lo supuse. Yo lloraba por el primer plano del rostro de un hombre desvalido (que en ese caso no era yo), mientras tú hacías las paces con la lluvia.