lunes, 24 de octubre de 2016

Las Ratas

El viernes que me levanté con una de mis habituales resacas, aquellas que proponían sin duda un día interesante en cuanto a vida contemplativa y taquicardia se refiere, tras un sueño tan extraño como lúcido, causa sin duda de las cervezas, el vino, el chupito de anís y una copa de whisky incomprensible, se percibió en esta morada un grito aterrador. Hubiese apostado sin duda a la comisión de un asesinato, al avistamiento del cuerpo desgarrado de cualquier individuo que mediara en esta casa, pero somos humanos y gritamos por todo.


La rata, una rata, aquella que tenía dedicada la canción que la describía como inmunda e incluso rastrera, había aparecido en escena a las doce horas del mediodía en una céntrica casa de la localidad almeriense.  Y lo había hecho en la cocina. Una rata tiene consecuencias fatales, saca lo peor del ser humano y no, no en la comisión de hechos violentos, más al contrario saca a relucir la capacidad de ridículo que podemos exponer. Los escasos centímetros de aquella «escoria de la vida» bastaron para que cuatro adultos claudicaran en sus pretensiones de comer ese día en casa y los convidó con su sola presencia al bar de tapas más cercano. Los hechos, sin embargo, no finalizan en este punto, la rata cada vez se hace más fuerte, tan fuerte que podría llamarle la Rata, así, con mayúscula inicial y todo. 

La Rata continuó todo el fin de semana conquistando pequeños territorios, en su ofensiva acabó por ganar uno de los dormitorios y sus huéspedes, bandera blanca en mano, tuvieron que solicitar el asilo en otros dormitorios. Esta mañana me levanté y la rata trataba de hacer su gran conquista final, adhesivo atrayente para ratas inclusive con el que ha tenido cierto pasotismo. Empecinada en el asedio y escaramuza de mi baño, a las siete cuarenta y dos de la mañana de este lunes soleado y armado solo con el sueño de dormir cuatro horas advierto su presencia y mi reacción ha sido de todo menos heroica. Grito y portazo. Se acabó, una nueva victoria. Ahora tengo una rata sitiada en mi cuarto de baño y milenios de evolución tirados a la basura.