lunes, 27 de marzo de 2017

Brevísima opinión en contra de la intención de formalidad que se ha pretendido dar a ´Vida y opiniones de los filósofos ilustres´ de Diógenes Laercio y que te estoy recomendando sin que te des cuenta.

Diógenes Laercio está sentado en algún lugar poco interesante del vasto Imperio Romano allá por el siglo III después de la venida de Cristo. Trata de disfrutar de ciertos fragmentos a los que ha podido acceder con mayor o menor fortuna de filósofos pasados, de aquella esplendida época que se atribuye a una generalidad que llamamos Grecia. También quiere aprender sobre otros muchos filósofos de aquella generalidad que hemos concentrado en el concepto Grecia, así, disfruta de charlas con diferentes ciudadanos romanos, interesado en su totalidad, teme perder estas conversaciones, estos fragmentos en la lúgubre habitación del olvido, decide, pues, tomar pequeñas notas de todo lo que allí se discute y debate sobre éstos hombres de escuelas físicas, éticas y dialécticas de tiempos pasados.

Diogenes Laercio es, en el Siglo III después de la venida de Cristo, incapaz de considerar si quiera que su lúdica tarea será víctima de críticas, alabanzas y demás muchos siglos a la postre.

Hay cierto empeño en Hegel en atribuirle un intento de una Historia de la Filosofía llevada de manera lamentable. Así, los que alaban su compilación lo hacen desde un punto de vista más benévolo pero siguen atribuyéndole una visión académica que, una vez leída su compilación, parece no tener ni pies ni cabeza.

De este modo, parece versar esa compilación de filósofos, no sobre su filosofía, sino, sobre un interés en el modus vivendi desde un punto de vista carente de intereses intelectuales como pueden ser sus filosofías o enseñanzas y se observa un punto de vista que versa sobre lo anecdótico y la más humana de las curiosidades. No parece observarse en Vida y opiniones de los filósofos ilustres más que un interés llano sobre una cultura pasada y esa intencionalidad académica de tratar esta obra desde un ´´intento de aportación cultural en todo su esplendor´´ en vez de un soporte de ayuda personalísima es difícil predicarlo una vez inmiscuido en la lectura.

Diógenes pasa a la Historia como historiador de la época clásica, pero leer su obra, su mal uso de la escritura, su desorden, son hechos que desvirtuan esa mentalidad académica de que ésta fue su intención. Lo que no resta a que sea una doxografía bellísima e interesante, dado el hecho de versar sobre temas que el estricto estudio de las escuelas y pensadores suelen dejar al margen.

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